Crecer como testigo de Jehová
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¿Porqué no ser testigo de Jehová?

Hola, soy Eduardo. Si visitas mi página tienes algún interés por los testigos de Jehová. Puede ser que tus familiares sean testigos, o te hayan dado estudio cuando eras pequeño; que seas testigo activo, expulsado, inactivo, desasociado, que estés estudiando apenas con ellos; que sigas creyendo que la organización es la “verdad”, pero hay algo que no te convence del todo; o bien te interesan las religiones. Quiero que sepas que soy firme creyente de la libertad de expresión y de la tolerancia para las creencias de los demás, mientras estas no enseñen violencia u odio hacia las personas o los animales. Podrás preguntarte: ¿qué tiene de malo esta religión en particular como para dedicarle tu tiempo y esfuerzo a “criticarla”?

Te platico que crecí en una familia de testigos de México. Mis padres eran muy hospitalarios y por mi casa pasaron muchos testigos de Jehová “misioneros”. Tengo el honor de venir de una familia con valores fuertes y en general, somos felices. Tuve una infancia muy cómoda y agradable. Salí de la organización expulsado a los 21 años de edad por ser quien soy. Tardé años en quitarme las programaciones de culpa y adoctrinamiento que te enseñan en la organización. Tuve amigos queridos que me ayudaron mucho. Y ahora en mi página te comparto algunas ayudas para que tú también te puedas quitar esas programaciones. ¿Pero qué no todas las religiones funcionan igual? Lamento decirte que no. Las sectas son un grupo de organizaciones que controlan a sus miembros de una forma muy negativa. Las religiones pueden ayudarte a tener contacto con lo divino, con lo espiritual; a tener una esperanza para el futuro; tienes libertad para tener tus opiniones sobre la divinidad y sobre cómo llegar a ser feliz. Las sectas funcionan a base del miedo y del control enfermizo. Y lamentablemente yo nací en una secta. Digo lamentable, porque eso definió mi vida, aunque de ahí saqué algunas cosas muy positivas, que después te mencionaré.

Entonces, ¿qué tiene de malo ser testigo? Muchas personas buscan pertenecer a una organización religiosa para tener una mejor relación con Dios, otras para tener apoyo de una comunidad fuerte; y otros para proteger a sus hijos de la violencia o inmoralidad que se vive en el mundo. Mi madre entró a la organización por este motivo: quería protegernos del ambiente en el que ella creció. El problema con esta organización en particular es que funciona a través del CONTROL de todos y cada uno de los aspectos de tu vida, pregonando que es Dios quien te está controlando, que te estás “amoldando” a los principios de Él.

El control inicia desde niño. Los testigos se enfocan en las cosas negativas de la Biblia para inculcar a los niños la idea de un Dios presto para castigarte, listo para aniquilar a todos los “incrédulos” en el día de Armagedón, así sean niños, bebés o gente que nunca ha escuchado sobre los testigos. En otras religiones se enseña a amar al prójimo y se enseña que Dios te ama pase lo que pase; ésta va enfocada en el control y la obediencia absoluta a todas las normas de la organización. Desde niño te enseñan que no eres “merecedor” de nada, todo es por medio de la “bondad inmerecida”, de modo que debes estar contento de que Dios te haya escogido de entre toda la humanidad para ser su siervo y jamás reprochar nada a la organización. Me entenderás que nadie puede cumplir con normas de perfección, por lo que creces con el sentimiento constante de culpa, de nunca dar lo suficiente. Aunque hagas todo tu mejor esfuerzo, siempre estarás por debajo de lo que se espera de ti. Incluso conozco personas que me dicen que, aunque les gusta lo que enseña la organización, no son testigos “porque no han podido dar lo suficiente”, como si Dios exigiera perfección de ti.
También desde niño te enseñan a sentirte superior a los demás, eres “especial”, no eres como el resto de los niños que son del “mundo” y son “malas compañías” que solo tratarán de hacer que te drogues y cometas fornicación (porque esto te lo enseñan desde muy joven también). Creces sintiéndote como fuera de este mundo, y esto se acentúa en la adolescencia, porque es la edad en la que generalmente queremos encajar en la sociedad. Pero no, tú eres tan especial que los demás no merecen tu compañía. Creces en solitario, sin poder ir a fiestas ni enamorarte como cualquier joven lo hace. Si llegas a tener amigos de la congregación, debes tener cuidado de no mencionarles que te gusta masturbarte o que ves películas de contenido para adultos, porque pueden ir con el chisme para “ayudarte”. No puedes leer libros que contengan magia (¡como Harry Potter!), ver películas que sean de terror o que contengan fantasmas (¡como Gasparín!), o caricaturas que parezcan demoníacas (¡como Pokémon!). No puedes ser parte de los equipos de deportes o de música, y se les recomienda a todos los jóvenes testigos que no estudien en la universidad, porque el pensamiento crítico les quitará de hacer lo más importante en la vida: obtener nuevos reclutas para la organización.

Hay quienes piensan que esto es para cuidarte de las malas influencias del Diablo sobre los jóvenes. Pero lo que termina haciendo es que te sientas solo, como un alienígena en la Tierra, y que muchos jóvenes terminen alejándose de Dios, porque lo relacionan a algo muy restrictivo y negativo en su historia de vida. ¿Te imaginas crecer sintiéndote culpable ante Dios de absolutamente todo lo que haces y dejas de hacer, culpable de hasta tener pensamientos normales en todos los humanos? De modo que si entras a la organización para enseñarles a tus hijos “amor” por Dios probablemente produzca lo contrario en ellos. Dos de cada tres hijos de testigos deja de ser testigo cuando crece; y dos de cada tres ex testigos deja de creer en la religión organizada como medio de llegar a Dios, ¡puede ser muy contraproducente para tu familia! Quienes le sirven como testigos ya de adultos viven en la constante culpa y en el temor de Armagedón, probablemente sin estudios universitarios y con empleos con salarios bajos. De hecho los testigos son la organización religiosa con menor estudios universitarios y menor ingreso económico de Estados Unidos.

Otro punto a considerar es algo todavía más escalofriante: Imagina que quisiste entrar a la organización para tener una familia feliz y fuerte, y al final se te prohíbe si quiera decirle un ¡hola! a tu propio hijo porque este decidió salirse de la organización. Sí, esta parte es la más triste de llegar a ser testigo. Una vez dentro de la organización, ya no hay forma honorable de salirte. Siempre te considerarán un apestado que no merece su apoyo, ni su atención. Lo justifican diciendo que por “amor” te dejan de hablar y hasta te llegan a correr de casa. Pero el amor no tiene nada qué ver con la práctica sectaria de la expulsión. Es usada como medio de control para que jamás se te ocurra criticar a la organización ni violar sus normas. De nuevo, ¿ves cómo el control es parte fundamental de esta secta? Conozco casos de personas que han pasado TODA su vida sin llegar a conocer lo que es una fiesta familiar ni un domingo en familia porque su familia los rechazó por ya no querer ser parte de la organización. ¿Te imaginas si todas las iglesias trataran así a sus ex adeptos? ¿Dime sinceramente si realmente crees que correr de tu casa y dejarle de hablar a tu hijo tiene algo que ver con “amor”?
Los testigos no respetan la libertad de expresión: puedes tener ideas contrarias a lo que enseña la organización, pero jamás las podrás comentar a los demás, porque serás considerado “apóstata”, y eso es peor todavía que ser “mundano”. ¿Realmente quieres enseñarle a tus hijos a discriminar a los demás llamándoles “apóstatas”, “mundanos”, “poco espirituales”? Se te enseña que los testigos son perseguidos y discriminados por los demás, pero jamás se te hace notar el grado de falta de respeto que los testigos como conjunto tienen hacia las demás personas, a quienes consideran inferiores y no dignas de asociación. ¿Crees que Dios tiene algo que ver con eso? Los testigos no respetan el derecho humano de cambiar de religión, ese derecho es parte de la carta de los derechos humanos. Puedes dejar de ser testigo, pero pierdes a tu familia y amigos, para siempre, o hasta que decidas volver a la secta.

Ahora imagina que uno de tus hijos sufre un accidente o tiene la mala fortuna de desarrollar cáncer. Los testigos te presionarán para que no le transfundas sangre basados en una doctrina cambiante, que al principio incluía el no vacunarte y el no recibir órganos. Imagina si hubieras sido el familiar de uno de esos niños que no recibió el órgano que necesitaba porque la organización no lo permitía. Imagina que en unos años la organización cambie de parecer y tenga una “nueva luz” que permita el uso de sangre. ¿No sentirías que seguiste doctrinas de hombres?

Porque tengo que decirte, lo que ahora te enseñan los testigos no es lo mismo que a mí me enseñaron de niño. Las doctrinas cambian constantemente, como si el Espíritu Santo cambiara de parecer cada tantos años. Algunas doctrinas son incluso contrarias a las que tenían antes. ¿Dios es quien los tiene en confusión? Ellos lo justifican con el hecho de que la “luz se hace más brillante”, pero si investigas un poco te darás cuenta que en realidad la “luz se ha hecho contradictoria”.

Imagina que como yo, creciste en un país donde se presionaba a los niños hijos de testigos a saludar a la bandera, y que muchos niños, como yo, tuvieron que cambiar de escuela por esa presión. Y que crezcas y te des cuenta que en Chile a los testigos se les permite la costumbre de poner la bandera nacional en los mismos salones del Reino y en sus casas para no pagar una multa. O que miles de testigos hayan sido violadas y otros asesinados en Malawi por no violar la neutralidad de la organización, mientras aquí en mi país los testigos formábamos parte de la reserva del ejército. Imagina tanto sufrimiento innecesario para tantos jóvenes testigos por parte de doctrinas humanas, cuando se podía dejar a tu conciencia el llevarlas a cabo o no. De hecho actualmente hay cientos de testigos en la cárcel por estas mismas doctrinas. ¿Te imaginas que en unos años se cambie de nuevo la doctrina del servicio militar y ni siquiera te pidan disculpas por haberte convencido de que Dios te exigía estar en la cárcel? Porque estás dispuesto a dejar que te asesinen, violen o que te metan a la cárcel porque le estás siendo “fiel a Dios”, no lo ves como que estás obedeciendo a una organización, sino a Dios.

Y este es otro gran problema. Te meten en la cabeza que la organización es el único conducto que tienes para acercarte a Dios, de modo que lo que la organización dicte es lo que debes hacer. De otra forma le eres infiel a Dios. ¿Te das cuenta del poder que tienen quienes dirigen la organización? Lo que ellos digan es lo que Dios manda. Y si los criticas estás criticando a Dios. Por eso muchos testigos confunden la crítica a la organización con criticar a Dios, eso lo puedes ver en los comentarios de testigos en las páginas “apóstatas”. ¿Estás dispuesto a entregar tu vida y tu familia a una organización?

Y si tus hijos ya crecieron y siguen siendo testigos, probablemente querrán dedicar su vida a las actividades de la organización. Se irán de precursores, o a Betel. La organización no les da paga, ni les da los derechos salariales ni de pensión porque ellos son “voluntarios”, de modo que la organización tiene mano de obra gratis y cuando ya no te necesite te mandará a casa como te fuiste, bueno, con una carta de recomendación para que a tus 45 años de edad busques trabajo en algún lado. Probablemente también tus hijos no querrán tener hijos, porque “el fin está cerca, a la vuelta de la esquina” y es mejor esperarse al paraíso para tener hijos. ¿Tienes idea de cuántas personas han muerto sin hijos esperando el fin que no ha llegado?

Y si llega el día en que descubras que la organización te ha mentido y quieras salirte, perderás a tus hijos que tú mismo metiste a la organización. ¿Sabes cuántas personas conozco a las que sus propios hijos no les permiten ver a sus nietos porque decidieron salirse de la organización?

Hay quienes entran para ser “moralmente limpios”, porque la organización aparenta ser así. Si has visto las noticias últimamente, se ha destapado la epidemia de abusos sexuales a menores testigos de Jehová por parte de hermanos al grado de, en promedio, tener un pedófilo por congregación tan solo en Australia. ¿Y sabes qué es lo alarmante? Que si no hay dos testigos del abuso, a estos pedófilos no se les hace absolutamente nada. Ni siquiera fueron reportados a la policía. Mucha gente se va con la ilusión de que la organización es limpia, y castiga a quienes obran mal, pero es eso, una “ilusión”. Si la sabes hacer, y realmente eres de mal corazón, puedes librarte del castigo. Tú mismo conocerás testigos que viven una doble vida, algunos por toda su vida.

Si quieres ser testigo para ayudar a los demás, quiero que sepas que la organización no tiene hospitales, ni asilos para ancianos, ni orfanatos. De hecho te inculcan el no dar caridad, porque el único que puede cambiar al mundo es Dios, ¿para qué te esfuerzas en algo que no lo vale? Lo que importa es predicar, atraer más miembros a la organización. Dar cobijas, café caliente en los hospitales o atender enfermos no es prioridad. Mucho menos si esas gentes son “mundanas”, “carne para las aves cuando venga Armagedón”.
Y si quieres ser testigo para estar más cerca de Dios, ¿crees que tratar a tu prójimo como “gente de la tierra” es acercarte a Dios? ¿recuerdas quiénes hacían eso en la época de Jesús? ¡Los fariseos! Los testigos enseñan que Jesús es el mediador entre Dios y los “ungidos” testigos, no entre Dios y la humanidad; que la Biblia está hecha para los “ungidos”, no para los demás y que la dedicación a Dios es por medio del bautismo en nombre del Padre y de la organización (olvídate del bautismo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo).

Ponte ahora en el lugar de mi madre, quien entró en la organización para protegernos del ambiente familiar negativo en que vivía. Ahora, décadas después de haber dedicado su vida a la secta, ha conocido casos de abuso sexual a menores que se han encubierto; tiene por lo menos un hijo al que no debe de dirigirle la palabra y nunca tendrá una reunión familiar con todos sus hijos porque uno murió por causa de la culpa extraída de la secta y otro no es parte de la secta. Ha visto ir y venir las doctrinas, algunas de primordial importancia, como la de 1914. Ha sufrido la falta de amor en las congregaciones por décadas, aguantando porque “Jehová será quien juzgue al final”. ¿Crees que vale la pena? En cuanto a mí, el haber sido testigo me hizo preguntarme cosas que tal vez nunca me hubiera cuestionado: ¿porqué Dios parece ser injusto, violento? ¿porqué se discrimina a las personas en nombre de Dios? ¿porqué se trata tan mal a quienes no son de la misma religión? Y, ¿sabes qué? Hace muchos años decidí jamás ser como me enseñaron en la secta; jamás discriminar a los demás por sus preferencias, por su religión, por su forma de ser. Decidí vivir la vida sin miedos. Decidí dejar la culpa enfermiza atrás. Decidí no vivir una doble vida. Y sobre todo, decidí ser feliz, ¡libre! Esto me ha costado no tener días familiares ni asistir a eventos con mi familia. ¡Pero vale la pena!
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La secta usa el miedo y el control sobre tu vida, aún años después de que saliste de ella. ¡No dejes que sigan influyendo en tu vida!
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