Bueno, jamás me creo haciendo algo así pero aquí estoy, relatando mi historia, con el corazón en la mano, intentado controlar cada emoción dentro de mi. Nací dentro de una familia de testigos, padres, abuelos, tías, etc. Quizá alguien podría pensar que debido a esto mi infancia fue de lo más normal, pero fue todo lo contrario. Duele un poco admitir que soy fruto de un abuso sexual, mi madre a la edad de 20 años fue violada, eso de por sí suena horrible, hace un par de años ella me contó que debido a esta situación fue censurada dentro de la congregación, que su comité fue un asco, ya que le preguntaron cosas que nunca fue necesario comentar. Es obvio que las miradas malintencionadas le llovieron, aún así, ella logró salir adelante. Por un par de años estuve realmente tranquilo en todo sentido, cuando tenía 7 años mi madre conoció al que sería mi padrastro, él estaba casado, también era testigo, pero no estaba divorciado. Resumiendo, se quedaron juntos, él y mi madre fueron expulsados, y me llevaron con ellos, aquellos fueron los años más horribles de mi corta vida, maltrato físico y verbal era pan de cada día, estuvieron a punto de mandarme a un internado, siendo que yo no era un mal niño, con suerte salía a la escuela. Luego de un tiempo nació mi primer medio hermano, y después mi padre se divorció, fueron readmitidos, pero todo continuó igual, peleas cada semana, golpes, ofensas. El estar en mi casa era un suplicio, realmente algo que me ayudó a no caer en el suicidio fue el salir a predicar, era mi único escape de casa. Una vez bautizado la situación se puso aún peor, cada vez que había una pelea mis padres iban a acusarme a los ancianos, nunca había estado tanto tiempo en la sala B. Era horrible. Y sumarle a todo esto que tenía que luchar con problemas internos, eso no ayuda, por que sí, soy homosexual, y por recuerdos y sentimientos, lo soy de toda la vida. Era realmente feo el tener que odiarte a ti mismo, el desear a alguien y el simplemente imaginarlo, ser un “pecado”. Una vez cansado de los abusos decidí irme con mis abuelos, todo transcurría normal, pero conocí en la escuela un chico que me enganchó con apenas una mirada, comenzamos a conocernos y secretamente empezamos una relación. Alguien de la congregación me vio, me acusó, se formó un comité judicial, del que las preguntas no pudieron ser más incómodas, llegando a tal nivel de preguntarme si me masturbaba mirando o imaginándome un hombre, y fui expulsado, sin cometer fornicación, y sin ofrecerme ninguna ayuda. Lo malo de crecer como testigo es que una vez expulsado, todos tus amigos más íntimos te ignoran y ese es mi caso. Es tal el nivel, que como no vivo con mis padres, no sé nada de ellos desde hace 5 meses por que “tienen que ser leales”. Yo solamente quiero vivir la vida, ser feliz por cada año que solo fue sufrimiento. No puedo destacar ventaja alguna de pertenecer al “pueblo de dios”. A veces siento que para solo tener 17 años, la vida ha sido muy cruel conmigo, cada día que continúo con el niño del que estoy enamorado, es un día del que pueden echarme de mi casa si lo saben. Mi futuro realmente cuelga de un hilo, espero con todo mi corazón tener el valor para poder vivir como yo quiera y más que nada conseguir aquella felicidad, que nunca he tenido.