Crecer como testigo de Jehová
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Historia de vida #59 Sobre los prejuicios e injusticias en la organización

Saludos, aquí dejo mi historia. Crecí alrededor de testigos toda mi vida, mi madre estudiaba irregularmente y mi familia por parte de mi padre son muchos los que son testigos así que siempre estuve entre ellos. Pero años más tarde pase un momento difícil en mi vida en lo que me llevó a estar vulnerable a cualquier mensaje positivo que me pudiera ayudar. En ese periodo comencé a trabajar en una compañía en la que al día de hoy trabajan varios testigos. Uno de ellos mostró buen empeño en querer ayudarme ya que no me encontraba bien. A escondidas me daba atalayas y en casa las leía hasta que acepté estudiar con él y me bauticé. Rápido emprendí mi camino al precursorado y al año y medio me habían nombrado siervo ministerial. Todo fue un cambio rápido pero lo veía positivo. Con el tiempo comencé a notar que habían cosas que no concordaban pero aunque dijera algo mis amigos tenían que podía ser apostasía así que trataba de ignorar las cosas. Viajé a varios países de Latinoamérica llevando el mensaje y sentía un amor por el Dios que le llaman Jehová. Luego me mudé a otra congregación a servir ya que había necesidad de varones nombrados así que aproveche mi tiempo y me mudé a dar el máximo, pero en ese entonces comencé a tener luchas internas por que siempre tenía atracción por el mismo sexo. Y aunque mantenía una vida ocupada, siempre tenía fuertes luchas. Le llegué a comentar a los ancianos, pero nunca vi ayuda sino que me daban más responsabilidades para poder mantenerme más ocupado. Me sentía abrumado y me daba pena (vergüenza) pedir ayuda, porque nunca me daban la mano, solo me leían textos donde acusaba el pecado. Y siempre me preguntaba ¿por qué me lees el texto si no he hecho nada? Solo quiero ánimo no advertencias.

Con el tiempo entablé amistad con otro siervo ministerial, ya que en la congregación que estaba yo era el único soltero y quería tener amistades. Bueno el punto fue que conocí a este amigo y nuestra amistad llegó más allá. Caímos en lo que los testigos llaman inmoralidad sexual. Todo pasó una vez y rápido, cada cual confesamos y rompimos la amistad. El comité judicial fue un desastre, los ancianos vinieron con especulaciones que nunca habían pasado. Me acusaron de viajar a distintos países y de que probablemente yo ya había hecho algo en esos lugares. Aunque les dije que llamaran a las personas con la que estuve me vi amenazado de expulsión. En ese primer comité no se había tomado una decisión, así que tuve que esperar dos días más para otro segundo comité. En el segundo comité fueron las mismas preguntas y mucho dolor de cabeza, aún entre ellos había mucho desacuerdo, así que después de casi 3 horas me llamaron a entrar al cuartito y entonces se tomó la decisión que me tenían que expulsar. Me había dolido en gran manera la decisión ya que nunca fui censurado y el acontecimiento pasó una vez. Fui un testigo imperfecto pero trataba siempre al máximo de hacer las cosas correctas.

​Salí confundido de aquel cuarto, no entendía que pasaba así que hable con mis ancianos de mi otra congregación y ellos no entendían qué pasó así que trataron de intervenir por mí. Fue un desastre, pues la noche que se anunció la expulsión mis ancianos me llamaron antes del anuncio para decirme lo qué pasó y uno de ellos me dijo estas palabras: “aunque trates de huir de la expulsión no podrás y tus ancianos anteriores nos llamaron y le dije que se encargara de atender su congregación”. Me molesté con ellos pero seguí yendo a las reuniones sin parar y me sentaba frente a la plataforma sin culpabilidad porque sentía que todo fue una injusticia. Durante ese mes se dieron discursos de la homosexualidad sin parar, era como el fin del mundo en esa congregación por eso. Para terminar, después de 7 meses yendo continuamente pasaron muchas cosas: mi amigo me echó de la casa, me tuve que vivir solo, algo común en un expulsado; salí hacia delante como pude y hoy en día no quiero saber de testigos, soy agnóstico y tengo mi pareja. Vivo una buena vida, soy buen ciudadano, honrado, y respeto a los demás menos a los testigos porque no se merecen mi respeto. Como expulsado me tuve que mover de ciudad, ya era mucho la presión en el trabajo por ellos, los que eran mis ancianos me han visto y me miran como si les debo algo. Los que eran mis ancianos anteriores igual hacen lo mismo y también mis supuestos “hermanos”. Hoy vivo en una gran ciudad donde ni los veo y vivo la vida al máximo sin tener que ser manipulado. Y comparto mi experiencia para que sepan que no están solos que en la vida todo se puede, basta desaprender lo aprendido pero vale la pena.
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