Te escribo porque tiene unos días que he visto tu página muy de lleno, la razón es que hace aproximadamente 3 años dejé de reunirme con los testigos. Para serte sincera, aun me cuesta trabajo desprenderme de las creencias, pero sin duda investigar me ha ayudado a irme desprendiendo poco a poco. Estuve expulsada pero me readmitieron. Siempre he sido muy curiosa y me gusta saber e investigar y más si es de religión, por eso había tenido problemas con muchos ancianos porque siempre he cuestionado muchas cosas sobre los miembros. Ahora soy inactiva. Viendo el asunto de la Royal Comission de Australia, donde se le cuestiona a Jackson sobre por qué las mujeres no forman parte de los comités judiciales, siendo que una joven que fue violada por un varón se sentiría incómoda al estar sola frente a tres varones, recordé algo que me pasó hace unos años con un superintendente y quiero contarte:
Recién reestablecida, tuve la desafortunada experiencia de la muerte de mi madre, siendo solo ella y yo TJ en ese entonces. Sintiéndome discriminada dentro de la congregación a donde yo pertenecía en ese entonces, quien me daba estudio me animó a abordar al Superintendente, pues teníamos la visita del de circuito esa semana. Una familia me invitó a la cena con él y su esposa, donde aproveché para pedirle salir al servicio con él. Finalmente al día siguiente salimos pero él hizo algo muy extraño a mi manera de ver: Canceló su arreglo con quien tenia planeado salir ese día (según los arreglos de la congregación previos a la visita) y salió conmigo. Todo iba bien hasta que me pidió acompañarlo a una revisita, como sabrás, siempre ha sido poco recomendado que hombre y mujer vayan solos a un estudio o revisita. En fin, por el hecho de ser superintendente "él sabe lo que hace". Al menos en mi congregación estaba recomendado que si iban en auto, el varón dejara que la hermana lo acompañase en la parte de atrás. Finalmente él me invitó a subir con él en la parte delantera.
Yendo a la revisita yo comencé a contarle mis asuntos. Para mi sorpresa cuando volteo a verlo, me encuentro con una mirada morbosa, que me veía de arriba hacía abajo. Comencé a sentirme incomoda y quería bajarme. Pero me tranquilicé un poco. Al llegar a donde era la revisita, él no se bajó y siguió hablando conmigo, teniendo roces ocasionales de sus manos con mis piernas y manos. Sintiéndome muy mal decidí darle “el avión” (no hacerle caso) para ya irnos. Cuando él arranca el auto a pocas cuadras se orilla nuevamente para mostrarme un texto (cabe mencionar que se orilló en un baldío) el cual recuerdo perfectamente. Mateo 24:13. Cuando él coloca su dedo de guía sobre el texto, por debajo del libro el desliza uno de sus dedos sobre la palma de mi mano. Al finalizar esa experiencia llegando a mi casa me sentí culpable, triste, con miedo... muy mal. En esa conversación el preguntó con quien vivía yo y si estaba sola en el día. En la tarde, él fue a mi casa solo. Para su sorpresa una amiga mía le abrió. Cuando yo salgo él cambia de posición como si filtreara conmigo. Él comentó que fue a comer con una hermana de la misma cuadra y dejó a su esposa ahí con ella mientras él se aseguraba de donde vivía. Mi amiga notó algo raro y ella aun no sabía lo que me había pasado. Decido hablar con los ancianos, quienes hablan con él y días después me abordan diciéndome "hermanita le tenemos buenas noticias, fue solo un malentendido". Ese día el superintendente llegaría al finalizar la reunión para hablar los 4. Imagínate mi temor al saber que él iba a hablar conmigo y dos hombres más, quienes evidentemente no me creyeron. En esa reunión el negó saber que yo vivía sola y que él solo quería estar al pendiente de mí. Después de eso él pide quedarse a solas con los ancianos y a mi me piden salir. Esa fue la ultima vez que crucé palabra con él pero con el tiempo fui sabiendo de más hermanas que las hacia sentir incomodas con comentarios o miradas. Hasta donde sé, sigue siendo un superintendente abnegado en otro estado de la república.