Crecer como testigo de Jehová
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Historias de vida #7: Una historia de amor perdido

Aunque estábamos en la misma congregación desde que éramos muy pequeños, ella nació en una familia testigo de Jehová, yo no, mis padres entraron a la secta cuando yo tenía 2 años de edad. Yo soy 3 años mayor que ella y no me había fijado en ella anteriormente. Un día me invitaron a una fiesta de despedida, una hermana había perdido a su esposo que tenía cáncer, y decidió irse para Estados Unidos para empezar una nueva vida. Los hermanos hicieron una fiesta para despedirla, a la cual asistí. El auto de mi padre estaba dañado, tuvimos que esperar a que una pareja de casados veteranos nos llevara, él presidente de congregación y ella fue mi maestra de español en primaria. Llegamos un poco tarde de lo esperado, pero aun no había empezado la fiesta que se ubicaba cerca del mar, una hermana prestaba su casa para este tipo de fiestas, el lugar era muy grande. Voy de camino y empiezo a saludar a los hermanos, y claro, buscar comida, tenía hambre (bueno siempre tengo hambre), mientras saludo, recuerdo haber visto un pelo largo hermoso, pero de espalda. No sabía quien era, cuando giro disimuladamente a ver quien era, pues era ella. El tiempo se paralizó, la leyes de la física se rompieron, ustedes saben. No había visto una mujer más hermosa que ella, aunque estaba en mi congregación, nunca me fijé en ella hasta ese momento. Ya no era una niña, estaba hermosa y yo tenía 16 años de edad (ella 13). No estuve pendiente en lo que pasaba en la fiesta, mis ojos estaban en ella todo el tiempo. Le veía sus ojos y creyendo si estaba pensando lo mismo que yo. Hablé con ella por primera vez y mi corazón estaba acelerado. Cuando llegó el tiempo de la comida, los hermanos hicieron la acostumbrada fila, ella tiene una hermana mayor y le dijo que dejara un espacio para mí. No me lo esperaba, con una sonrisa, me dejó estar detrás de ella en la fila. Aunque en ese tiempo yo ya no creía en la Watchtower, empezó a gustarme el asistir regularmente a las reuniones, incluso mi hermano que tampoco creía en la secta, no entendía el porqué me gustaba ir a la congregación semanalmente. Todo era porque ella estaba allí, tenía que verla, aunque fuera eso, pero me bastaba. Me molestaba cuando mi padre llegaba cansado del trabajo y no quería ir al salón.

Yo no prestaba atención al discursante, yo la miraba a ella, y el mundo a mi alrededor dejaba de existir. Cuando había una fiesta, siempre asistía sin cuestionar, pues ella estaría allí. Existía un problema, yo era mayor que ella, y no podíamos estar en la misma escuela seglar, cuando ella entró a la secundaria, yo me graduaba de secundaria. Solo tenía unos cuantos minutos de charla con ella en el salón, y se hacía no más de 3 fiestas anuales (qué aburridos los testigos de Jehová, ¿no?). Pasaba el tiempo, y yo no tenía idea de que si ella creía en la Watchtower, ella no era bautizada, yo tampoco. Necesitaba una señal divina (en ese tiempo creía en Dios), yo decía en mi mente: ''Dios dame una señal, aléjala de la Watchtower, o házmelo saber.'' Un buen día, hicieron una fiesta pero de jóvenes. Invitaron unos 20 jóvenes de 4 o 5 congregaciones cercanas. Ya saben el propósito, para que se conozcan y busquen pareja. Obviamente habían más mujeres, pero a ninguna miré, ya tenía mi corazón con otra, la de mi congregación. Recuerdo que hice el ridículo, hicieron un juego de supuestamente ''preguntas bíblicas'', 5 hombres vs. 5 mujeres, quienes contestaran más preguntas ganaban. Era más preguntas de la Watchtower que de la Biblia, resultaba que me tocó decir el nombre del niño que sale en los dibujos animados, el ''Caleb'' y yo no sabía quien demonios era Caleb, perdimos la puntuación, aunque ganamos el juego. El promotor de la fiesta, había conectado un micrófono y bocinas para que cada joven dijera su nombre y congregación, para que conocernos. Como a mi no me importaba eso, la que me gustaba, ya me conocía, a escondidas me fui y me escondí por detrás de la casa de la hermana, para que no me tocara el micrófono. Cuando llego, me percató que alguien me venía persiguiendo, y era ella. Me dice que tampoco quiere coger el micrófono (que alegría me dio, decía yo en mi mente: ''Dios que bueno eres...''). Empezamos a hablar, ella me pregunta mi edad, y le digo: ''tengo 18 años, y tu tienes 15, tu naciste el día ** del mes ***** del año ****'' Ella quedó sorprendida, me dice: ''¿cómo lo sabes? -con una sonrisa que me mataba de amor-. Yo le dije: ''Es que quien se va a olvidar de ti, tu me lo dijiste cuando hablamos por primera vez, de ti jamás se me olvidará nada.'' ¡Qué romántico el Joshuan! - esto lo agregué yo ahora para darle emoción a la confesión. En Facebook yo le daba ''Me Gusta'' a todas sus fotos, y la apoyaba en todo lo que escribía. Pasaron los años, y yo tenía 20 años y ella 17, esperaré a que tenga 18 años a ver si con su mente (que no mostraba signos de querer bautizarse), entra a la universidad, y así decirle la verdad de la verdad.

Acá viene la parte mala. Un día en otra fiesta y para sorpresa mía, estábamos hablando y se acerca un anciano y le dice que se prepare para lo que va a decir, yo me quedo como que: ''?''. Empiezan las hermanas a contar sus experiencias en el servicio del campo, ella también cuenta su experiencia que tuvo en la secundaria y cómo le predicó a su mejor amiga con el libro ''Jóvenes Preguntan'' y todos aplaudieron, yo aplaudí para no verme mal, sentí que se partía el corazón mientras aplaudía fríamente. Mi hermano había comido mucho pique, y se sentía mal del estómago, me dijo que se quería ir, yo con una sensación amarga, me despedí de ella, y me fui con mi hermano a mi casa. Entré a la universidad, empezaron muchos cambios en la secta, el salón donde me crié, lo vendieron y nos fusionamos con otra congregación, ella asimiló muy bien eso, y empezó a progresar espiritualmente. Dejó de hablarme por Facebook, cuando estábamos cara a cara ya solo hablaba de la Atalaya y cuándo yo progresaría espiritualmente (ya que 2 años atrás, yo había dejado la escuela del ministerio teocrático). Cuando iba a la plataforma con otra hermana a dar sus actuaciones, se me partía el corazón, cuando yo daba lectura bíblica en la plataforma, ella no le interesaba progresar, cuando yo termino de dar lectura, ella progresa y entra a la escuela del ministerio. ¡Qué mala suerte la mía! Mi tiempo poco a poco fue consumido por los estudios universitarios, y dejé de ir al salón poco a poco. Un día, nos visitó el superintendente, una ''semana importante'' según ellos, mis padres me aconsejaron ir, pero yo fui a ver qué era de su vida. El superintendente desde la plataforma dice: ''¿quiénes son precursores o van hacerlo este mes?'' Ella levantó su mano con muchos otros más de la congregación, yo tenía espejuelos recientes, pero no me podía fallar la vista, sí, era ella. Por lógica si ella puede ser precursora, es que se bautizó. Ese día salí lo más rápido posible de la reunión cuando terminó, era de noche, a lo que mi padre llegaba con las llaves de auto, yo miré a la bóveda celeste, encontré la Osa mayor (constelación) y otras estrellas conocidas, respiré profundo, y analicé: ''¿Habrá vida allá? ¿seremos los únicos? Ya no sé qué hace, la perdí, si le digo, me considerará apóstata (aunque nunca me he bautizado). Hay que pasar la página y empezar otra, nada es fácil en este mundo.'' Me dediqué a la universidad y no volví más a la congregación.

Un día a finales del 2015, mi padre me dijo que ella había perdido a un familiar cercano hacía un mes, y que ella se fue para los Estados Unidos. Tragué profundo y me dije: ¡Ya no tengo que volver más a la congregación, mi único motivo ya se terminó!
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Atte. JoshuanJTG
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