Crecer como testigo de Jehová
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Historia de vida #54 Orgulloso de ser quien soy.

​Creo que ya es hora de contarles un poco de mi historia y lo que me ha llevado a ser activista ex testigo, todos han sido tan amables de compartir sus propias historia y creo que es justo compartir la mía.
Nací y crecí en el norte de México, en una pequeña ciudad aburrida y con clima extremoso llamada Linares. Soy el octavo hijo de ocho. Mi padre nunca fue testigo y creo que nunca le escuché hablar sobre algo religioso jamás. Mi madre se convirtió a los testigos cuando mis hermanos mayores ya estaban en la universidad, con el afán de protegernos de las cosas malas que a ella le habían acontecido y había visto en su propia familia. Mi padre jamás objetó a que fuéramos educados así, porque él pensaba que eso nos daría valores fuertes. Yo nací producto de la “menopausia” de mi madre, o al menos eso creían, pensaba que ya se le había levantado la regla a sus 43 años, después de 9 años sin embarazarse, pero oh sorpresa! Era yo quien venía en camino. Por esta razón a mi me criaron como “nieto”, y entre todos mis hermanos me consentían. No había algo que quisiera que mi padre me negara. Pero eso sí, jamás podía hacer berrinches, porque eso significaba toparme cara a cara con el cinto en manos de mi madre. Creo que eso balanceó muy bien lo permisivo que fue mi padre conmigo. Mis hermanos me dicen que yo conocí a mi padre cuando ya no tenía presiones del trabajo y tenía mucho amor que dar. Siempre llegaba a casa y me abrazaba y me despeinaba, aún siendo yo ya médico. Era un tipazo.
Todos en la casa nos bautizamos jóvenes. Yo a los 11 años. Te aseguro que no recuerdo nada del discurso de bautismo, ni mi dedicación, ni las preguntas que se me hicieron. Siempre fui un “cerebrito”, y aprendí a leer y a escribir mucho antes de entrar a la escuela, era muy aplicado con las cosas de la organización de niño, así que cuando terminé el estudio del libro “Usted puede vivir para siempre” me bauticé y nadie puso objeción. Demostré mi “fidelidad” a Jehová al soportar todos los lunes de honores a la bandera, a algunos maestros bien intencionados, pero que me hacían sentir muy mal porque trataban de hacer que yo saludara a la bandera. Aunque te he de confesar que nunca sentí una relación con Jehová, siento que no tengo ese gen para creer en lo paranormal. Mi padre tenía un muy buen negocio, era mecánico, pero su taller funcionaba a la perfección, de modo que pudo costearme un colegio privado. Al poco tiempo me corrieron de ahí por no saludar a la bandera, así que terminé la escuela en una pública. Por mi casa pasaron infinidad de precursores, superintendentes de circuito, de distrito, etc. porque mi padre era muy espléndido con los demás. Nunca escatimaba en comida, llegaba a casa algún precursor y papá llegaba con bolsas y bolsas de mandado para que no pasara hambres. Incluso visitaba a los precursores amigos de la familia que estaban en zonas de pobre acceso para llevarles comida. Una doctora vivió un par de años en la casa porque su familia católica la corrió de su casa por hacerse testigo. Mi padre provenía de una familia muy humilde y sabía lo que es la necesidad, y nunca se acortó la mano para ayudar a los demás. Íbamos seguido a Ciudad de México a ver a mis hermanos betelitas. En una de esas ocasiones, papá llenó la parte de atrás de la camioneta de muñecos de peluche para mis hermanas, y mis hermanas y yo hicimos las 12 horas de camino a Linares acostados entre peluches de todos tamaños. ¡Ir a Betel era una aventura!
Sin embargo, yo sabía que yo era diferente en algo a los demás. Desde que tengo memoria me atraen algunas personas de mi mismo sexo. Digo “algunas”, porque no falta la persona bienintencionada que me diga “te gustan los hombres”, ¡no! no me gustan los hombres (hay unos muy feos), solo algunos me atraen. Jamás estuve expuesto a nadie que haya sido homosexual, ni a programas de TV sobre el tema, nadie abusó de mí, ni me faltó cariño de parte de mi padre, ni he sido amanerado, ni nada por el estilo, y sin embargo yo siempre he sido homosexual; por eso entiendo que las personas que tienen miedo que los niños se hagan homosexuales por los programas de TV o por ver a hombres besarse, están en un grave error. Mi primer contacto con otro homosexual fue a los 17 años. Al principio no entendía que ser gay era visto como algo “malo”, para mí era tan normal como que todos los días sale el sol. Pero cuando tuve un poco más de madurez, aprendí los episodios tétricos de Sodoma y Gomorra y las citas “amorosas” de Pablo en contra de los homosexuales. Fue ahí cuando supe que algo andaba mal, pero no en mí, sino en la retórica que escuchaba en las reuniones. Me preguntaba: ¿porqué Jehová tiene tanta fijación en ese tema? ¿porqué me pide que cambie algo tan central de mi ser? ¿a quién daño con esa situación? Siempre supe que eso no lo podía cambiar y me causaba aflicción que Jehová me pidiera algo que para mí era imposible y que se me hacía innecesario cambiar. Esto en general nunca me dio verdadero conflicto durante mi adolescencia y niñez, porque yo entendía que era algo muy mío que no podía cambiar.
Lo que sí me dio conflicto durante mi adolescencia fue que en mi congregación no había jóvenes. Y como sabrán, los amigos “mundanos” son muy mal vistos. La naturaleza me ha dado una mente que no cambio por nada, porque desde que recuerdo me ha ayudado a ser muy práctico; por ejemplo pensaba: si no hay amigos en la congre, entonces haré amigos en la escuela, eso no tiene porqué causar problemas, ya que mis amigos de la escuela eran todos de los listillos bien portados. Cuando mi madre salía con que debía dejar a mis amigos por ser mundanos, mi mente no me permitía encontrar la lógica en ello, puesto que incluso algunos de mis mejores amigos eran hijos de mis maestros de escuela, ¿qué “maña” me iban a pegar, si se portaban mejor que yo? Y esto se lo decía a mi madre (siempre fui muy respondón con las cosas que no se me hacían lógicas; si algo me puede sacar de mis casillas es una premisa ilógica y un defensor ferviente de esa premisa sin sentido). Todavía ellos siguen siendo mis mejores amigos y son hombres de bien. Mi madre se ponía muy pero muy mal y mi padre lo que hacía era darme dinero y las llaves del auto para irme con mis amistades, era muy sonsacador. Dinero en el bolsillo, auto, amistades y buenas calificaciones: excelente combinación! Mi padre me recordaba sacar buenas calificaciones y me decía que de lo demás no me preocupara.
Llegó el momento de salir de mi pueblo e irme a estudiar medicina a la ciudad, a Monterrey, la tercera ciudad más grande del país. Esto cambiaría mi vida por completo. Ahí conocí personas de todo el país, de toda creencia, de distintos puntos de vista. Además casi todo el día estaba alejado de “la organización” y podía pensar por mí mismo. Vivía con mi hermano (que es anciano) y su esposa. Pero los veía solo pocos minutos en las noches y para ir a las reuniones. Sentí que me desconecté de la organización. He ahí la importancia de desconectarse de las reuniones si quieres desprogramarte. De nuevo, no tuve amigos testigos, creo que he tenido en toda mi vida unos 2 solamente, y la inmensa mayoría de mis amigos siempre han sido “mundanos”. Fue ahí donde me celebraron mi primer cumpleaños. Increíble! Además conocí a uno de mis maestros, quien al tiempo me pidió ser su novio. Imagínate! Le dije que sí. Estuvimos juntos 4 años, me fui a vivir con él; pero al poco tiempo mi “conciencia” (luego supe que es la culpa que te adoctrina la organización) no me dejaba vivir en paz. Fui con mi hermano el anciano y le platiqué lo que pasaba. Me dijo que conseguiría a unos amigos de él para que me ayudaran. Esa “ayuda” se llama comité judicial. Los tres ancianos que formaron mi comité no tenían la mínima intención de ayudarme. Empezaron haciéndome todo tipo de preguntas incómodas, yo solo tenía 18 años de edad entonces, y pensaba que ellos eran representantes de Jehová, de modo que les respondía a lo que me preguntaban. Me da vergüenza repetirlas, pero sé que no es mi culpa, son ellos los morbosos. Me preguntaron cosas como ¿quién penetra a quién? ¿qué tan frecuente? ¿te gusta? ¿cómo y dónde eyaculan? ¿cómo inician sus actos sexuales? Recuerdo que al salir de ahí tuve la impresión de que esos cerdos llegarían a sus casas a tener sexo con sus esposas pensando en mis respuestas. La última pregunta fue ¿estás enamorado de tu pareja? Y pues obviamente les dije que sí, y ese fue motivo de la expulsión. Esa fue la “ayuda” brindada. Ser discriminado por todos, llegar tarde a las reuniones e irte temprano para que los demás hermanos no te tengan que ver. Ha sido la experiencia más humillante de mi vida, y algo que jamás permitiría que alguien cercano a mí viviera.
Recuerdo que era tal el adoctrinamiento que tenía, que un día mi pareja me subió al auto, condujo la mitad de la ciudad y me llevó a un salón del reino; me dijo: “no puedo más con esto, tú necesitas volver ahí”. Terminamos e hice “lo necesario para volver a Jehová”, por ejemplo predicar yo solito. Un día en el que estaba yo predicando a las afueras del hospital donde estudiaba, conocí a una familia de testigos que me recibieron en su casa con los brazos abiertos. Son excelentes seres humanos que me ayudaron a dar los pasos para volver a la organización. Creo que han sido los únicos que me dieron apoyo dentro de la organización. Comía con ellos, cenaba en su casa, iba a las reuniones con ellos, aun estando expulsado. Me restablecieron y estuve un año entero dedicado a medicina y a predicar. En el “mundo” yo había aprendido a controlar mis impulsos sexuales, a tomar alcohol sin emborracharme, a ir de fiesta sin meterme en problemas. Pero después de un año de ser célibe y mojigato, unos hermanos me invitaron a una reunión social, donde por supuesto hubo alcohol en exceso. Recuerdo que llegué al punto de no poder mover bien mis extremidades, y tenía que conducir mi auto; así que un hermano me dijo que él conduciría y me llevaría a la casa de mis padres. A mitad de camino me dijo que no quería que mis padres me vieran así y me llevaría a su departamento. Recuerdo a duras penas subí las escaleras y estando acostado, él me quitó la ropa “porque hacía calor”. Y pues no te voy a platicar lo que pasó, pero lo que te puedo decir es que creo que fue planificado. A la mañana siguiente desperté con resaca moral y etílica. Pensé todo el esfuerzo que había hecho un año entero para portarme “bien” y en una noche desapareció todo lo que hice. Me deprimí mucho. Le pedí perdón a Jehová y al cabo de un par de días, los amorosos ancianos que me habían juzgado anteriormente me citaron, este chavo había ido a decirles lo que había pasado. Algunos de mis conocidos testigos me dijeron que no confesara, debido a que “era su palabra contra la mía”; a lo cual les dije que yo no podría mentirle a Jehová, vaya incauto! ahora sé que esos testigos sabían la regla de los dos testigos y tienen sus propias ideas de lo que se debe hacer en la organización y lo que no! Pero yo de eterno confiado en el bien, les di a los ancianos santo y seña de lo que pasó. Ellos me dijeron que debían expulsarme de nuevo porque “corrompería a más hermanos”. Recuerdo justo ese momento, porque fue el momento en que dejé de creer en Jehová. ¿Yo corromper a más hermanos cuando este personaje hizo todo el trabajo esa noche? Sentí que se me cayó un velo de los ojos: ahí no estaba Dios ni su espíritu santo. Si yo hubiera mentido como me lo recomendaron esos testigos, no me hubieran hecho nada! ¿Entiendes porqué los comités están diseñados para sacar a la gente de buen corazón, pero a los delincuentes como los pederastas los protegen? Acepté la expulsión totalmente diferente a la anterior. Lo único que me dolió fue dejar a esa familia de testigos que había sido bondadosa conmigo. Fueron a buscarme a mi casa y se despidieron llorando. Ya no los volví a ver.
Al cabo de seis meses de sentirme perdido en el mundo, conocí a quien sería mi pareja por 8 años. Es el ser humano más inteligente que he conocido y a la vez más buena gente. Mi familia llegó a quererlo mucho, porque no solo les apoyó económicamente en momentos difíciles, estuvo día y noche en vela fuera del cuarto de hospital donde mi papá estaba hospitalizado. Y no se despegó del velatorio día y noche hasta que papá fue enterrado. El es científico y me enseñó a razonar. Cuando yo decía alguna idea proveniente de la organización, él inmediatamente me la mataba usando el sentido común. Yo decía: “Armagedón es una muestra de amor a la humanidad”, y él decía “¿y estos niños también se van a morir de forma amorosa?”. Y contra sus razonamientos no había por dónde. Con él conocí más de 100 hoteles, Europa, Africa, etc. Viví una época increíble. Y me cambió el rumbo de la vida y mis ideas preconcebidas: él tiene una niña y le ha dado valores morales muy fuertes. Ella ya es una señorita licenciada. Y es feliz. Cuando escucho a las personas diciendo que los homosexuales no deben adoptar, comparo a las tristes familias testigos que viven en la culpa y depresión con la familia de mi ex: feliz y exitosa y con valores fuertes. Por eso entiendo que esa gente basa sus opiniones en la ignorancia, sencillamente no han conocido familias homoparentales con historias así.
En esa época feliz de mi vida, uno de mis hermanos testigos, quien había sido superintendente de circuito y anciano, después de 40 años de vivir en el closet, salió. A él no le tocó crecer en la época donde existe el “orgullo gay” y manifestaciones por nuestros derechos y reconocimiento a existir. A él le tocó la época donde esas cosas no se mencionaban, y era mejor callar y aparentar. Hasta que ya no pudo aparentar más. Lamentablemente no pudo con la carga de la culpa y murió debido a la depresión causada por “dejar a la organización”. Ese fue un duro golpe para la familia. En particular para mí, porque pensaba que siendo él mucho más mayor que yo, yo no podría ayudarle en nada, “era él quien me debía ayudar a mí!”. Y no fui capaz de ver que su vida se consumió lentamente por la depresión hasta que nos abandonó. Todas esas noches que me hablaba para reclamarme que “yo sí era feliz y no me importaba el que dirán” y me dejaba muy enojado por los reclamos hacia mi persona, eran llamadas pidiendo ayuda que no fui capaz de entender porque era muy joven. Sé que no puedo cambiar el pasado, pero me hubiera gustado haberle puesto un poco más de atención y compartirle mi idea de “que te valga madres lo que digan los demás!”. La última vez que hablé con él me preguntó si yo creía que Jehová lo perdonaría. Hasta su último día la culpa lo consumía. Una culpa emanada de una organización ruin que destruye familias y sueños. ¿Puedes entender porqué me interesa que otras personas no vuelvan a pasar por esta situación? Al cabo de dos meses, fui de visita a ver a mis padres. Hay una zona montañosa que yo no puedo conducir cerca de mi pueblo porque me mareo, así que mi padre me llevó por esa zona. Me preguntó si pronto terminaría mi especialidad, si tendría trabajo seguro, me preguntó si era feliz con mi pareja, me preguntó si ya no lo necesitaba. Y le dije que siempre lo necesitaría. Me dijo: “tú eras mi único pendiente, y ya te saqué adelante, eres independiente, tu hermano me habla por las noches que me vaya con él”. Y al poco tiempo papá murió. No alcancé a que disfrutara de mi dinero ni a mostrarle mis logros, pero siempre lo presumo y me siento orgulloso de haber tenido un padre así.
La vida es tan bonita, y tan efímera, que no puedo creer que personas pasen décadas sintiéndose mal, presionadas, separadas de sus seres queridos, viviendo una vida que no desean por culpa de una organización que les controla todo. Quisiera tomar de los brazos a toda esa gente controlada por la secta y gritarles que nunca es tarde para VIVIR, para ser feliz disfrutando los altibajos de la vida, disfrutando un baile en la disco, una noche de películas de terror con amigos incondicionales, una noche de pasión con tu pareja hasta que se despierten los vecinos! Y esta página es mi granito de arena para la humanidad.
Atte. Eduardo
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