Quiero compartir con ustedes lo que me sucedió: yo crecí en las creencias de los testigos de Jehová, la mayoría de mis familiares lo son y yo confiaba en eso. Me fui a rentar a la casa de mi tía abuela ella y su familia (todos testigos, yo muy confiada de su temor y respeto hacia Dios, ella precursora, su esposo anciano con 40 años en servicio del salón de asambleas y del grupo de predicación desde su casa), estudiábamos la Atalaya los miércoles y me ofrecieron dar estudio bíblico a mí y a mi hijita de 3 años. Llevaba 2 años viviendo con ellos, mi hija le decía “abuelito” al esposo de mi tía por tener 70 años. Él siempre muy amable, muy educado en su jardín, que a eso se dedicaba. Un día, mi hija me dice: “voy a ver tele acá en la casa de ellos”, porque nosotras vivíamos al costado de la casa; yo me fui a lavar ropa, pero de pronto no escuché a mi hija, y pensé: “alguna travesura ha de estar haciendo”; me llevo la sorpresa que no estaba con mi primo viendo TV; entré callada a la habitación de mis tíos, porque pensé que alguna travesura estaba haciendo, para mi sorpresa la encuentro encima de mi tío, ¡él la tenia contra su cuerpo restregándola encima de él y besándola con la lengua y los ojos cerrados! Yo al ver esto me asusté, me sentí mal, me puse en shock; mi reacción fue gritar el nombre de ella para que saliera de la habitación; ella al oírme cerró sus ojitos con sus manos, se tiró para atrás y se salió asustada. En el momento me pasó por la cabeza ir a la cocina y acuchillarlo, luego lo pensé bien y deduje que me podía ir presa y traumar a mi hija... me salí de allí maltratando y somatando puertas. Como no estaba mi tía, porque andaba donde unas hermanas, me fui a la calle a serenarme y hablar por teléfono para ver qué podía hacer.
Mi abuela no quería que lo denunciara por miedo, pero tuve el apoyo de una tía y lo confronté cuando volví a casa. Él a mí no me dio la cara, más bien veía el piso y me decía que yo mal interprete lo que vi; luego mi tía, su esposa de 65 años, me dice que era mi hija la que lo buscaba para besarlo, ¿cómo iba a ser eso posible? me salí de allí al siguiente día y lo denuncié en el ministerio público y al par de días en su congregación, para mi sorpresa los ancianos ya estaban esperándome, yo les llevaba la denuncia que había hecho, ellos le tomaron fotos y me dijeron que fuera discreta con los mundanos; no me quedé tranquila y llamé a Betel, donde lo denuncié también y para mi sorpresa me dicen ellos que a él ya lo habían expulsado 2 veces antes por adulterio y por alcoholismo, ¡wow! ¡cómo me podían ellos decir eso y el seguía teniendo privilegios siendo anciano! me dijeron que iban a tomar sus precauciones al caso; estuve 2 meses presionando día tras día en el ministerio público por tener un fiscal y un abogado. El día que fui a la fiscalía auxiliar me contaron que él ya había llegado a preguntar si había caso en su contra, cuando ni siquiera a mí me habían dado cita para el caso; yo estaba feliz que finalmente se iba hacer justicia... y se hizo justicia ese mismo día: él falleció; yo pensé que era por la aflicción de quedar preso, ¡¡pero estaba enfermo sin él saber!! Así que por favor, no tengan miedo y denuncien, que a mí me afectó mucho; por todo lo que pasamos mi hija fue vista por una psicóloga y por una doctora que le revisó sus partes. No hay que confiar ni en la religión ni en la familia, hay que tener mucho cuidado. Ese siempre fue mi peor miedo, lo bueno que él no va a dañar a nadie más. Atte. Lina Guzmán